#ElEstante: Ellas hablan, de Miriam Toews
Por Jorge Alonso Espíritu
¿Cómo escribir desde la indignación sobre la violencia, sin dejar de lado el respeto a las víctimas y vindicándolas como personas con dignidad, humanas sobre todo? La escritora canadiense Miriam Toews encuentra en su libro Ellas hablan la posibilidad de hacerlo al narrar desde la ficción una recreación de un caso de violencia estructural:
“Entre 2005 y 2009, en una remota colonia menonita de Bolivia llamada Manitoba, como la provincia canadiense, muchas mujeres y niñas se levantaban por la mañana doloridas y con sensación de modorra, sus cuerpos amoratados y sangrando, como consecuencia de haber sido agredidas por la noche. Estas agresiones se atribuyeron a fantasmas y demonios. Ciertos miembros de la comunidad eran de la opinión de que o Dios o Satán estaban castigando a las mujeres por sus pecados; un grupo muy numeroso las acusaron de mentir para llamar la atención o encubrir sus adulterios; hubo incluso quienes creyeron que era todo fruto de una imaginación femenina desbocada”.
“Con el tiempo se descubrió que ocho hombres de la colonia habían administrado anestésico para animales a sus víctimas para dejarlas inconscientes y así poder violarlas. En 2011 un tribunal boliviano halló culpables a estos hombres y los condenó a largas penas de prisión. En 2013, con los condenados aún en prisión, se denunciaron en la colonia nuevas agresiones y abusos sexuales del mismo tipo”.
Toews lleva el pueblo menonita a Europa y crea la colonia ficticia de Molotschna, donde una situación análoga sucede. Los responsables son llevados a la cárcel pero los pobladores masculinos reúnen lo necesario para pagar la fianza y devolver a los agresores a la colonia. Esto solo puede lograrse a través del perdón obligado de las mujeres, pues de no hacerlo, perderán el derecho a vivir por la eternidad en el paraíso.
La mayoría de las mujeres acata el mandato del obispo, pero ocho de ellas se reúnen en secreto para tomar una decisión entre tres opciones: 1- No hacer nada, 2-Quedarse y luchar, o 3-Irse.
Como ellas, pertenecientes a las familias Loewen y Friesen, no saben leer ni escribir, August Epp, un antiguo menonita exiliado, readmitido en la colonia, será el encargado de llevar a cabo un informe detallado de la discusión en el granero.
A través de ese informe conocemos no sólo los hechos de Molotschna, sino las preocupaciones, reflexiones y dudas de las víctimas. En las voces de las hijas y hermanas reunidas encontramos rencor, miedo, dudas, tristeza, pero también sentido del humor.
De esta forma Toews, quien vivió en una comunidad menonita se solidariza con las comunidades agredidas, pero también con las mujeres que en distintas culturas sufren de una violencia no atípica: institucionalizada por el patriarcado que toma distintas formas de poder: la religión, el gobierno, la familia.
Ellas hablan será adaptada al cine por Frances McDormand y Sarah Polley.